Cuando un individuo se inicia en la ingestión del alcohol, ni él mismo sabe si llegará a convertirse en alcohólico. Se calcula, según estudios
estadísticos, que casi el 5% de la población está en alguna etapa del
alcoholismo. Siguiendo el curso de las observaciones estadísticas sabemos que
de cada 100 bebedores corrientes, 5 se tornarán alcoholicos crónicos.
El primer contacto del futuro enfermo con el alcohol es el consumo
ocasional de alivio, o sea una afición en la que se considera a las bebidas
embriagantes como una droga tranquilizadora. El aficionado bebe unas
cuantas copas y se va a su hogar a descansar tranquilamente sin causar
molestias. Es un camino cómodo descubierto por él para extraerle a la vida
momentos de felicidad y recreo. Sin embargo, el uso constante del alcohol va
modificando el metabolismo químico del organismo y aumenta la tolerancia
para el mismo, o sea que el bebedor cada día acepta mayores cantidades de
licor y siente el mismo efecto que tiempos atrás le hacía una copita. Es en
esta fase que empieza a compararse él mismo con otros bebedores más
débiles que se emborrachan con menos copas que él. Se extraña de necesitar
mayor cantidad de alcohol para llegar a la embriaguez y está convencido que
cada día está aprendiendo más a beber bien.
domingo, 16 de mayo de 2010
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